PARA VIVIR MEJOR


Crear la receta para vivir mejor ES… ¡HUMANA-MENTE POSIBLE!

Es un hecho indiscutible que vivimos inmersos en nuestros pensamientos, aún cuando no nos percatamos de ello. De día y de noche…nuestra mente nunca descansa en su tarea de hacer circular ideas alimentando una suerte de conversación que solemos llevar crónicamente de “puertas adentro”.

Frente a cada situación que vamos viviendo, ante cada objeto que se nos aparece, respecto de las personas que conviven con nosotros o de quienes ni siquiera sabemos su nombre y, en mayor medida aún, respecto de nosotros mismos se activan inevitablemente opiniones, conjeturas, conceptos, críticas… al tiempo que se mueven emociones que, a su vez, se relacionan con nuevos circuitos de ideas, opiniones, críticas, etc.

De esta manera se perpetúa un constante, y no menos ingenuo, juego de asociaciones que se van grabando en una especie de grilla mental, por efecto de la misma dinámica interna.
Aquí es donde nacen nuestros automatismos o conductas de repetición automática.
Sucede que nuestro hemisferio cerebral izquierdo llamado comúnmente “cerebro racional” necesita comprender los estímulos, que recibe permanentemente por las distintas vías sensoriales, para facilitarle al individuo una respuesta adaptativa de índole lógica.
¿Cómo lo hace? Califica, clasifica, explica y cuantifica (entre otras cosas); es decir, transforma toda las informaciones que llegan hasta sí en palabras, conceptos asociados y pensamientos que luego se derivan en actos.
En el mejor de los casos, podemos “escuchar de cerca” el contenido que allí se encuentra pero la gran mayoría de las veces esa conversación interna se vuelve como un “murmullo” de fondo, lejano y confuso para nuestro “oído conciente” y entonces la conducta del individuo se transforma en un ruido para su bien-estar.
La persona comienza a sentirse frustrada, insatisfecha, desorientada o “fuera de foco” respecto de lo que verdaderamente quisiera sentir, lograr o vivir.
Aparece un marcado sentimiento de extrañeza como si sus formas de actuar, reaccionar ó sentir fueran ajenas.
La persona no se ha percatado concientemente de su modo de pensar y mucho menos de que ese contenido ideativo es el motor de sus propias creaciones. Ignora, momentáneamente, que de esa información activa en su programa mental dependen todos sus resultados.
“¿Cómo me está pasando esto a mí, yo que siempre quise todo lo contrario?” “Me gustaría saber cómo llegué hasta aquí…”
“No entiendo por qué las cosas no me salen como yo quiero verdaderamente…”
“Parece que todo estuviera en mi contra…” “para todo tengo que esforzarme tanto… cada vez tengo menos fuerzas para seguir luchando…”
“No encuentro la manera de lograr sentirme mejor…” (léase : “más fuerte, más tranquilo, más alegre, más exitosa , más independiente, etc.”).
Estas son algunas de las formas más habituales con que las personas suelen expresarse cuando han comenzado a reconocer la necesidad de practicar algún cambio en beneficio de sí mismas.

Este momento de replanteos constituye, en sí, la oportunidad de reconectarnos para ganar lucidez y enterarnos de qué es lo que está sucediendo en la “cocina de nuestra mente activa”. Ese mal-estar nos puede ayudar a conocer mejor con qué pensamientos estuvimos creando la receta de nuestra propia vida y comprender, acabadamente , por qué no podemos dejar de sentir insatisfacción o desagrado respecto de los resultados obtenidos.
Esclarecer el contenido profundo de nuestra grilla mental es el primer paso para establecer un diálogo abierto con nosotros mismos e inevitablemente nos abre “la puerta para ir a jugar…” un juego más positivo, enriquecedor y favorecedor de la plenitud que nos merecemos.
Así como el arquitecto necesita ordenar sus ideas cuidando los detalles para confeccionar los planos si quiere que su proyecto sea un éxito en la práctica… el ser humano que desee ser exitoso en su proyecto de vida necesita conocer en detalle lo que está grabado en su mapa mental.
Si toda manifestación concreta nace siempre en el ámbito de nuestros pensamientos para mejorar nuestros resultados necesitamos mejorar nuestras ideas, transformarlas en conceptos más específicos, objetivos (ajustados a la realidad)y optimistas. Y esto es algo que podemos hacer siempre.
Una vez que hemos aprendido a poner en claro el contenido de los automatismos (tics) que se repiten involuntariamente en nuestra “charla interior” lo siguiente es proponerse nuevos resultados y, de este modo, hallar con efectividad la información adecuada para crearlos.
Salir de las distorsiones o fallas de nuestro sistema lógico-racional promueve una limpieza profunda en nuestros archivos y mandatos básicos.
Entrenarse en esta tarea de renovación interior tiene nombre y apellido: actualización de los programas mentales con que todo ser humano funciona porque es parte de su propia naturaleza.
Por tanto, es la desactualización lo que provoca el malestar que, en cada caso se manifiesta de manera diversa pero que jamás podremos rotular como enfermedad.
Recurrir a un profesional especializado puede maximizar la capacidad del consultante para llevar a cabo exitosamente este proceso de cambio deseado, minimizando los plazos de su concreción real.
Es sólo cuestión de autorizarnos a elaborar nuestras mejores recetas mentales y convertirlas en el mejor menú para crecer en nuestra vida cotidiana.